martes, 12 de febrero de 2013

Ver es engañarse. Soñar es creer.

Procrastino. Con mi hábito de dejar las cosas para después.
Predispongo. Con mi estúpida manía de seguir soñando.
Y como los cuentos en las películas, hay un final feliz.
Pero en mi cuento, los protagonistas tienen problemas económicos.
El príncipe está en paro, con 7 enanitos que alimentar.
Y Blancanieves está harta de comer manzanas...

Instante en que creo que todo es posible.
Y ahí va mi cuento mental imparable...
hasta que un golpe en seco me succiona los pies... hasta hacerme pisar la cruel realidad.
Donde los cuentos no existen.
El amor a distancia es duro.
Cuando no ves no crees.
Y donde el cuento finalmente, no te dará de comer.

Les contamos cuentos a los más pequeños inocentes, para que puedan conciliar el sueño con tranquilidad.
Cuando en realidad muchos como yo, dejamos de ser conscientes...que los cuentos están hechos para despertar a los adultos.
De sus pesadillas.
De sus miedos.
De sus responsabilidades.
De su día a día.

Nos da esperanzas en nuestro último suspiro.
Ver es engañarse. Soñar es creer.



P.M





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